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Javier Revenga: Tomates en abril

Javier Revenga, socio director de Remanagers, firma este artículo de opinión sobre el consumo responsable, sostenible y justo.

Aunque están disponibles en el mercado durante todo el año, la temporada de tomates, es decir, su mejor época de consumo, tiene lugar entre los meses de agosto y octubre. En estos meses se produce a la intemperie con mucho sol y mucha agua (sin uso de invernadero) la gran cosecha de esta riquísima hortaliza, uno de los alimentos base de la dieta mediterránea. Pero no, no voy a hablar de tomates, sino de consumo, de consumo responsable, de consumo sostenible y de consumo justo.

El pasado 23 de marzo se produjo el estancamiento del carguero Ever Given en el canal de Suez, tan solo ocho días después de celebrarse el Día mundial del consumo responsable. No sé si fue fruto de la casualidad o simplemente el destino quiso poner delante de nuestros ojos una realidad cada día más preocupante.

Sobre las consecuencias económicas de ese estancamiento, por ejemplo, leía que la empresa británica Seaport Freight Services que tenía 20 contenedores de mercancías varados en el canal decía: «Estamos esperando productos alimenticios como leche de coco y jarabes, algunas piezas de repuesto para motores, algunos productos de Amazon, de todo tipo», comentaba uno de sus ejecutivos a la BBC. «Todos nuestros clientes se han enterado y nos están llamando para preguntarnos cuándo se resolverá».

No parecen la leche de coco y el resto productos transportados en esos contenedores esenciales para el consumo diario, de forma que tengan que ser importados y transportados desde ultramar. En un mundo instragramer, la diferencia entre necesidad y deseo es difícil de discernir, en gran parte gracias a la publicidad y a las redes sociales que algunas veces alteran nuestra percepción.

Según los estudiosos de los hábitos del consumidor y su conducta, la acción de compra en muchas ocasiones se produce de forma irracional, aunque casi siempre se suele apelar al impulso o lo que es lo mismo las emociones, por eso la importancia de conectar la compra y el consumo al sentimiento del origen mismo del producto y darle una historia y un bagaje a ese bien que deseamos adquirir.

¿Nos hemos planteado consumir productos locales y cómo ayudar a dinamizar la economía de la región? De esta manera, además, se contribuye a mantener la biodiversidad local reduciendo la emisión de gases contaminantes, ya que se evita el transporte desde un lugar más lejano. Desconozco el dato, y prefiero no imaginar el consumo y contaminación que producen el Ever Given y los cientos de cargueros que atraviesan diariamente el canal de Suez y otros canales similares alrededor del mundo.

Tras más de un año de pandemia, y a pesar de las vacunas, no se avista el final, o quizás nunca llegue como tal. Posiblemente tengamos que convivir con virus, de la misma manera que convivimos con la gripe y otras enfermedades infecto-contagiosas. Quizás este sea el momento de cambiar nuestros hábitos, el punto de inflexión que necesitábamos, y probablemente la mejor oportunidad que tengamos de cambiar el futuro de nuestro planeta.

Es el momento de realizar un consumo más racional, y una ocasión de oro para comenzar a preocuparnos de las personas y los animales más allá de nuestro círculo y nuestra casa. Esta es, probablemente, una oportunidad irrepetible de crear poco a poco la sociedad que, en el fondo, todos sabemos que queremos ser, y formar parte de una generación que puede ser recordada como la que salvó el planeta.

Por ello fomentemos un consumo responsable que sea respetuoso con las personas, la sociedad y el medio ambiente. Creemos un sistema comercial más justo basado en la protección y mejora de los bienes comunes, que logre el objetivo de poner fin a la pobreza y promover la prosperidad compartida de manera sostenible en todo el mundo. Es una necesidad alcanzar una economía equitativa, justa, sostenible y solidaria. Pero no olvidemos que la verdadera transformación la realizamos los consumidores, con nuestras decisiones, criterio, reflexión y acciones responsables de compra.

Para finalizar te dejo unos datos divulgados por el Global Footprint Network en relación a la huella ecológica de cara al futuro se presentan poco prometedores.

a) De los 7.700 millones de personas que tenía la Tierra en 2020, se pasará a 9.600 millones en 2050. De estos últimos, aproximadamente 6.300 vivirán en ciudades.

b) Los ecosistemas actuales ofrecen seguridad para poco más de 2.000 millones de personas.

c) El daño medioambiental global tuvo un coste de unos 600 millones de dólares en el año 2008, más del 11 % del PIB mundial.

Con estos datos te sugiero que hagas un ejercicio sencillo, consistente en extrapolar el ejemplo de los tomates al resto de tu frigorífico, a tu armario, a tu trastero o a tu garaje y que seas tú mismo quien extraiga tus propias conclusiones y seas dueño de tus decisiones a la hora de comprar.

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